Una de las cosas que tenemos muy claras en IPP es que ante toda situación siempre hay dos posibles desenlaces: el éxito o el aprendizaje.

Entonces, ¿por qué seguimos teniendo miedo a equivocarnos?

José Luis Montes, en su obra «El hombre que tuvo la fortuna de fracasar» decía lo siguiente: «¿Qué pasa si lo que pensamos que queremos no es lo que deseamos en realidad? ¿Qué pasa si, además, no es lo que verdaderamente necesitamos? ¿Qué pasa si, incluso, conseguir lo que pensamos que queremos nos aleja de lo que de verdad queremos? […] ¿Por qué hay tanta gente infeliz, deprimida, insatisfecha? […] ¿Quizá porque lo que persiguen y consiguen no es lo que verdaderamente quieren?”.

Esta idea es muy interesante porque nos permite entender una cuestión compleja pero muy habitual: el fracaso antes del fracaso. Según esta idea, consigas o no lo que te hayas propuesto, si no se ajusta con lo que sinceramente deseas, fracasarás. De manera silenciosa o de manera dramática, pero fracasarás.

Llegado a este punto, la cuestión no es si se tiene éxito o no. De hecho, fracasar, entendiéndolo por no conseguir los objetivos que uno se ha propuesto a priori, antes o después es inevitable. Lo más importante es saber elegir con extrema cautela y observación los objetivos que te propongas, actuar de acuerdo a tus valores y principios y disfrutar al máximo por el camino. Esto es lo que entendemos por el éxito antes del éxito.

Si adoptas esta estrategia siempre ganarás: prueba a hacer lo que sinceramente deseas. Lo consigas o no, verás que siempre ganas por una sencilla razón: estarás feliz cada día de tu vida y orgulloso de lo que haces. Y, sobretodo, no tendrás miedo a equivocarte.

Es importante que actúes siempre de acuerdo con tus valores, que actúes siempre correctamente. Si lo consigues, serás invencible. No importa lo que suceda o deje de suceder, ya has ganado.

Vivimos en un mundo en el que está desprestigiado el error. En el que equivocarse está mal visto. Todo el mundo quiere tener éxito, y es normal. Pero no se puede acertar sin equivocarse. Al fin y al cabo, son las dos caras de una misma moneda.

Por eso, te planteamos la siguiente pregunta: ¿te equivocas con frecuencia?

Cuanto más te equivoques, más cerca estarás de vivir la vida que deseas. Sin riesgo no hay recompensa. El aprendizaje es más rápido si sabemos interpretar correctamente el error. Y no podrás equivocarte si permites que el miedo te paralice.

¡Gracias por leer el post y compartirlo!

Y como dijo Epícteto: «No nos afecta lo que nos sucede sino lo que hacemos con lo que nos sucede«.

El Equipo de Máster de Desarrollo Personal

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