Tu cerebro quiere que sobrevivas, por eso existe el miedo. Hoy queremos que entiendas que no somos nuestros miedos y que necesitas desarrollar el observador interno para ser consciente de esto y poder desidentificarte de él.
El miedo aparece siempre que se pisa terreno desconocido, es decir, siempre que creces. Y la clave no es no tener miedo, sino que no te paralice.
En el aquí y ahora no hay miedo. Cuando te enfrentas a tu responsabilidad es cuando te atreves y pierdes el miedo.
Convivir con un miedo sale más caro que enfrentarnos a él. Si no lo afrontas acabas pensando que “no eres capaz” de hacer eso que tanto temes.
El miedo es un camino de aprendizaje personal y aceptarlo como parte integral tuya es un error.
Así que nuestra recomendación es que te quites los miedos cuanto antes y no dejes que crezcan dentro de ti.
Truco para entrar en acción: ser consciente del precio que pagamos por la cobardía de la inacción. Dejar de mirarte a ti, y mirar las consecuencias que tiene tu inacción en el resto del mundo.
También te proponemos que preguntes a esa persona que admiras y que ha conseguido lo que tú más temes cómo empezó, cómo fue su primera vez.
Y para acabar te invitamos a poner en práctica este ejercicio: piensa en lo peor que podría pasar, el peor escenario, si llevaras a cabo aquello que tanto miedo te da. Te darás cuenta que no es para tanto.
Te esperamos en el próximo post.
¡Gracias por leerlo y compartirlo!
El Equipo de Máster de Desarrollo Personal.
PD: Y si esta entrada te ha resultado interesante, te recomendamos visitar estas otras: